Sufrimiento y Soberanía de Dios III

20 May

Razón #2
2. El sufrimiento hace que tu copa aumente
Cuando soportamos el sufrimiento con paciencia, lo que ocurre es que la recompensa de experimentar la gloria de Dios en los cielos aumenta. Esto es parte de lo que Pablo dice en 2da Corintios 4:17-18:
«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.»
La aflicción de Pablo «prepara» o «produce» un peso de gloria que sobrepasa toda comparación. Debemos tomar estas palabras muy en serio. No solo está diciendo que la esperanza que tiene en los cielos le ayuda a soportar el sufrimiento. También está diciendo que el sufrimiento tiene un efecto sobre el peso de gloria. Parece que hay una relación entre el sufrimiento que uno soporta y el grado de gloria del que disfrutará. Está claro que la gloria supera con creces el sufrimiento, como Pablo dice en Romanos 8:18 «Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada». No obstante, el peso de esa gloria, o la experiencia de esa gloria, parece depender en parte, de las aflicciones que hayamos soportado con fe y con paciencia.
Jesús apuntó a la misma idea cuando dijo: «Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande» (Mateo 5:11-12). Estas palabras deberían ser suficientes para regocijarnos en medio de cualquier tribulación, si lo que Jesús está diciendo es que cuanto más sufras por la fe, mayor será tu recompensa.
Si un cristiano que ha sufrido mucho por causa de Jesús experimentara la misma gloria final de Dios del mismo modo  y en el mismo grado que un cristiano que no ha sufrido mucho, resultaría extraño decirle al cristiano que sufre que se alegre y salte de gozo (en el día del sufrimiento; cf. Lucas 6:23) por una recompensa que iba a recibir de todos modos. Parece ser, pues, que la recompensa recibida será en función del sufrimiento que uno ha soportado. Aunque este texto no lodice de forma explícita, queda claramente implícito en otros pasajes del Nuevo Testamento.
Dejaré que Jonathan Edwards así lo demuestre. Leamos una de las reflexiones más profundas que jamás he leído sobre este tema. En estas líneas, Edwards explica, de una manera impresionante, la posibilidad de que en un mundo de gozo haya diferentes grados de felicidad.

En el cielo hay diferentes grados de felicidad y gloria… La gloria de los santos en los cielos se corresponderá a la eminencia de su santidad y buenas obras aquí en la Tierra [y la paciencia en medio de la tribulación es una de esas obras más elevadas, cf. Romanos 2:7]. Cristo recompensará a todos los cristianos según sus obras. El que ganó diez minas recibió autoridad sobre diez ciudades y el que ganó cinco minas, sobre cinco ciudades (Lucas 19:17-19).

«El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará» (2da Corintios 9:6). Y el apóstol Pablo nos dice que del mismo modo en el que una estrella es distinta a otra en gloria, así también será en la resurrección de los muertos (1era Corintios 15:41). Cristo dice que el que dé un vaso de agua fría a un discípulo en el nombre de un discípulo, no perderá su recompensa. Pero eso no sería cierto si una persona que hubiera hecho muchas buenas obras no fuera a recibir una mayor recompensa que si no hubiera hecho tantas buenas obras.

No obstante, eso no significa que el hecho de que haya personas con una gloria mayor afectará a los de menor gloria y felicidad: todos experimentarán una felicidad perfecta, una satisfacción perfecta. Todas las vasijas de aquel océano de felicidad estarán llenas, aunque habrá vasijas más grandes que otras. En el cielo no habrá envidia, sino que en aquella sociedad reinará el amor perfecto. Los que tengan una gloria menor no tendrán envidia de los que tengan una gloria mayor, sino que los amarán con un amor tan puro, tan intenso, que se gozarán por su felicidad superior; los amarán de tal manera que se recijarán al saber que son más felices que ellos; así que en lugar de afectarles negativamente, les hará más felices.

Y, por otro lado, los que tienen una gloria mayor, de forma proporcional también tendrán más benevolencia y más amor; y tendrán más amor hacia Dios y hacia los santos que aquellos que son inferiores en santidad y felicidad. Y, además, los que tienen más gloria tendrán más humildad. Aquí en este mundo, los que están por encima de los demás son objeto de envidia; pero en el cielo no ocurrirá así, sino que los santos de mayoe felicidad, serán mayores en santidad y, en consecuencia, en humildad… Aunque en los cielos se exaltará más a unos que a otros, eso no disminuirá el gozo perfecto de los que están por debajo de los que han recibido una mayor exaltación; la unión será tal que los unos serán partícipes de la felicidad de los otros y viceversa. Entonces se cumplirá de forma perfecta lo que dice en 1ra Corintios 12:26: «Y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él» 

Así, uno de los objetivos del sufrimiento de los santos es aumentar su capacidad de disfrutar la gloria de Dios tanto aquí como en la era venidera. Cuando Dios recoja sus vasos de entre «la escoria del mundo» (1era Corintios 4:13) y los lance al océano celestial de la felicidad, contendrán más felicidad cuanto más despegados hayan estado del mundo y más dependientes hayan sido de Dios.
John Piper, Alégrense Las Naciones

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